sábado, 4 de octubre de 2008

Las dos caras de la misma moneda
O manual del cínico


Yo quiero ser capitalista o miembro de la conferencia episcopal. Capitalista porque cuando saco beneficios me los quedo yo y hago con ellos mi modo de vida e intento escaquearme para no pagar impuestos a paraísos artificiales que son en los único que creo. Y miembro de la conferencia episcopal porque aun sin trabajar saco beneficios y encima edificio realizado con el trabajo de los demás sean creyentes o no, lo inscribo para nosotros y sanseacabó. El cinismo del capitalista no tiene parangón con ningún otro, bueno tal vez con el de su homónimo miembro de la conferencia episcopal. Porque ambos creen en todo y se adaptan a todas las circunstancia venideras. Eso sí siempre agarrando la sartén por el mango. En un principio el capitalista cree en los siguientes mandamiento que son: “creo en mi mercado libre” ; “creo en la libre competencia” “no creo en los impuestos” “tampoco creo en el estado social”, el corolario es que si yo naufrago, entonces se revisan los mandamientos y los adapto a mi conveniencia. Utilizando la ficha de mi cinismo llamó a papa estado, en el cual no creo, y consigo que intervenga en mis deudas, las capitalice, las reparta entre todos los ciudadanos y vuelta a empezar en eso del mercado libre y la libre competencia. Es en esta situación cuando el capitalista añade otro mandamiento más surgido de su propia necesidad e interés: Privaticemos las ganancias y socialicemos las pérdidas.
Por el otro lado de la moneda se encuentra la otra expresión del cinismo: los miembros de la conferencia episcopal. Estos intentan autofinanciarse pero como sus acólitos no les dan ni un duro echan mano de las arcas del estado. También son los que asumiendo una serie de mandamientos no los acata ninguno de sus miembros, eso de la pobreza, y el amor al prójimo... sólo tienen que ver cualquier reportaje sobre ellos y verán que eso de la pobreza y el amor brilla por su ausencia. Son el lado anverso del capitalista y fruto de esta situación añaden un mandamiento más: Privaticemos la ética-cívica y socialicemos nuestra moral. Así que unos por exceso y los otros por defecto las dos patas de la mesa de este sistema están servidas. No estaría mal proponer una asignatura en la educación privada-publica-concertada que lleve por titulo: manual del cínico.

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